miércoles, 24 de octubre de 2007

festival al-zurich

Por Jaime Cortéz
Licenciado en Artes Plásticas, Universidad Central del Ecuador.
Antropólogo, Universidad Salesiana.

“…los buenos y los malos resultados
de nuestros dichos y obras se van distribuyendo
por los días del futuro, incluyendo aquellos,
infinitos, en los que ya no estaremos aquí
para comprobarlo…”



Introducción
Es justo celebrar cuando el arte entra en el escenario de la vida cotidiana, más aun en un medio como el nuestro en el que el arte es tan despreciado por las instituciones gubernamentales. La iniciativa de un acercamiento al público en sectores populares y restringidos de acceso al arte –oficial– sin duda es un acierto. Sin embargo, como alguien que ha observado los acontecimientos desde fuera, me quedan cuestionamientos serios a dicha iniciativa y dudas sobre las cuestiones epistemológicas que surgen de proyectos como este que, dotados de una buena iniciativa, se diluyen en la anomia por la falta de cohesión en el discurso que se maneja.

Si bien es cierto, el festival Al Zurich ha convocado por la novedad de su propuesta, no obstante, quedan cabos sueltos desde quienes gestan esta iniciativa, parece no preocuparles mucho lo que sucede alrededor de este fenómeno, positivo por un lado y cuestionable por otro.

El nombre
Se argumenta, desde la organización, que el término pertenece a una jerga conocida y utilizada en el Sur de la ciudad de Quito, bien cabe la pregunta si acaso no es un término peyorativo mentalizado desde otros sitios de la urbe, además, de ser cierto que se trata de una jerga común en el sur, sería bueno saber quienes la utilizan y si su uso es generalizado; mucho me temo que el argumento es blando, la jerga nos remite al uso de un estrato específico ¿acaso las clases medias se expresan así? Personalmente creo que no, ni los niños ni otras personas utilizan ese término para referirse al Sur. En todo caso, es quizás privilegio de ciertos jóvenes el uso del término, pero es inocente, me parece, el denominar un proyecto de este modo. Parece que, lejos de ser un acercamiento a la población del Sur de Quito, este es el inicio de un desprecio, ya que la ironía deja de existir cuando junto a este nombre se presenta un afiche que advierte una taxonomía de los pobladores del sur de la ciudad. El nombre se gestó, más que como una intencionalidad desde dentro, como una estrategia publicitaria cruel a la manera de los usos de la Coca Cola. Si es una ironía, queda en el aire una duda acerca de la visión que maneja este proyecto sobre los habitantes del sur de Quito.

El afiche
El año 2005 nos presentaba a un proyecto Al Zurich aparentemente más maduro, dadas las expectativas y el trabajo que según sus gestores se realiza cercano a “la investigación y al trabajo social”. Me surge otra duda ante estas directrices que supuestamente sostienen: de ser cierto el planteamiento de esta propuesta, cómo es posible que a pesar de que el indigenismo y sus esquemas que aparentemente ya han sido superados, se utilice, por parte de quienes sostienen la práctica de un trabajo social de “rescate”, una imagen que al parecer nos remite a una idea colonial, utilizando la imagen de una indígena como personaje exótico, invitándonos a pensar en el Otro como un ser mísero y pobre.
El uso de ciertos estereotipos de personas, en este caso mujeres vendedoras del mercado y quizás también cargadores como sectores pauperizados, promueven la creación de un imaginario que tiende a la radicalización del ya establecido, en el que se asocia directamente la pobreza con los habitantes del Sur de Quito. La idea se centra en la estrategia de infantilización de un segmento determinado de personas pertenecientes a sectores populares, que explotando la idea de la bondad o dignidad de la pobreza obliga a que se asuma esta condición como natural, derivando en la esperanza del rescate y que alguien en mejores condiciones sea capaz de redimirlo, ya que por su condición no puede hacerlo por sí mismo. La idea de que son menos es obligada a mantenerse.

Es lamentable que se tome a estas personas como símbolo del Sur, se construye un imaginario específico, que ya antes se ha visto, como en el caso del cine mexicano. La idea del pobre en la época de oro del cine mexicano es la del forajido, personas atormentadas por la vida pero que conservan sus “dignidad”. Este imaginario se exaltó como contraste al cine de Hollywood, que aprovecho esto para refrendar esa idea en su visión del cine, y dejo a México –y por asociación al resto de Latinoamérica– como una tierra de indigentes, incultos, poblada con indígenas alcoholizados con tequila. La idea que intento destacar es la del estereotipo creado desde dentro y que repercute en la forma en la que se ve desde fuera.
En el caso que me concierne se repite esa dinámica. En primer lugar, se subvalora el trabajo de las personas representadas en el afiche, la gente del mercado realiza una actividad económica cotidiana, sin embargo, la idea del afiche nos sugiere una competencia con otras actividades, como si esta manera de presentar las cosas cambiara los roles de la sociedad. Mucho se ha hablado del indigenismo y se suponía superado, no obstante, esa idea de infantilizar al Otro continua vigente en la idea de “llevar” Cultura. No es sino otro intento de esa vieja práctica de las artes plásticas de usar al Otro como recurso fungible, ayer los indígenas, hoy los pobladores del Sur, el sufrimiento entonces se vuelve el combustible de la creatividad. Se trata de una exclusión imaginada, mucha gente del Sur trabaja en el sector fabril del Norte de la ciudad y con eso no se hace mas “culta”, ni accede a una mejor cultura.

De esta forma, se ha construido una visión del Otro que reproduce las relaciones de poder: el Sur como un sitio de pobres al cual hay que ayudar. Y obviamente en este caso los artistas cumplirán esta función, por tanto, el colectivo se encarga de mostrarnos estereotipos convenientes a este proyecto ya que no se menciona la existencia de otras clases sociales, únicamente los pobres habitamos en el Sur y debemos esperar que la gente del Norte (que sí tiene iniciativas, Cultura y arte) nos ayude y rescate.

¿Dónde está el trabajo sociológico? vale preguntarse, si no se tiene respeto por la gente que supuestamente es la beneficiada en este proyecto ¿cuál es el marco conceptual al elaborar un producto de difusión como éste? Se argumenta el carácter irónico del proyecto, pero más bien denota la intención de producir estereotipos que sean funcionales a un poder que se inserta en este tipo de proyectos, que se autodenominan independientes, sin embargo, con gobiernos locales auspiciando sus acciones, gobiernos locales que pertenecen a partidos políticos que se encuentran resquebrajados y que mantienen su último bastión en esos sectores.

Ya con Bucarám habíamos visto este uso, “la fuerza de los pobres” nos bombardeo y acostumbró a las imágenes de gente pobre y gente del mercado, y eso le resultó un acierto para convencer con su discurso populista antes de llegar al terrible periodo presidencial y posterior caída.

¿Se nota el parecido entre las personas de las fotos en el afiche del Zurich y la niña de las propagandas de Abdalá?

Relaciones de poder
Seamos más críticos y hurguemos un poco más en este tema del enunciado de “llevar la cultura al sur”. El hecho de llevar la cultura al sur, nos sugiere algo importante, quienes hacen la propuesta parten de la idea que el Sur no posee cultura, y serían ellos quienes cumplirían esa encomiable labor, lo que implica el asumir una posición de superioridad al ser ellos los portadores de cultura, una idea de cultura en forma de privilegio. Nada más distorsionado, la cultura no pertenece a un estrato, ni a un grupo, ni es propiedad del arte, todo el mundo posee cultura.
En primera instancia hay que pensar en la cultura como un conjunto de acuerdos de existencia, un acumulado simbólico de representaciones y de acciones, que regulan la existencia. Desde esta perspectiva, los habitantes del Sur jamás han carecido de cultura, y lo que este proyecto intenta es desplazar hacia un sector de la ciudad un determinado tipo de arte –específicamente arte contemporáneo– legitimando a quienes participan en él, lo que conduce a pensar en una propuesta de arte enfocada en una sola dirección, la de proyectos con un visión única del arte que no es la de la mayoría de artistas del Sur.
Entonces, el arte que llega al Sur es el que este colectivo propone, y que es realizado y mentalizado desde un enfoque posmoderno con lenguajes alternativos, hay un manejo sin duda y una relación de poder evidente, son ellos los que ahora deciden qué es arte y qué no lo es.

Por una parte, están los pobladores del Sur, según la idea de este proyecto, un sector que es excluido y al que hay que “llevar cultura”, en todo caso no se ha definido bien la cultura como tal por una parte y por otra el proyecto se presenta como un grupo de “expertos” afines a la multi, trans e interdisciplinariedad, por tanto, fungen como superiores a la población o público al que llegan, mientras los beneficiados no son parte principal de su propuesta.

Todas las acciones emprendidas por este proyecto cuentan con la participación de la gente, pero cuando se realizan, sin embargo, hay que notar que en su desarrollo los sujetos no cuentan sino solamente son parte accesoria de la realización del proyecto. Las ideas no nacen desde la población del Sur sino desde las mentes de los artistas, lo que me parece un juego atrevido, al utilizar a la gente para sus propuestas estéticas disfrazándolas de trabajo colectivo, luego de finalizado el proyecto no se acuerdan para nada de estas personas, y queda únicamente el catálogo para recordar a la gente lo que es el arte traído del Norte. En ningún momento este proyecto se ha preocupado de generar una verdadera relación con la comunidad, por el contrario, envía emisarios ocasionales en una determinada época del año, gente a la que nadie asesora y que con sus prejuicios y errores hace un trabajo que es mucho más complejo de lo que parece, estos acercamientos “etnográficos” que tanto se promocionan, son cuestionados desde la mismas ciencias sociales, por cuanto la mayoría de las veces han servido para establecer relaciones de poder y fomentar el colonialismo epistemológico.
El trabajar con un grupo humano determinado, tiene una serie de implicaciones éticas. Se está interviniendo una realidad con un elemento extraño, ajeno, eso significa una ruptura en su cotidianidad, sin embargo, nadie se ha preguntado qué opinan en realidad estas personas. Se les vendió la idea de que les llevarían cultura, por tanto, se les hizo creer que carecían de ella, en esto nos podemos dar cuenta que no existe un cercanía con la comunidad, como se menciona.

(fotografía tomada del catálogo de Al Zurich 2004)

La visión de la cultura congelada
Este proyecto nos muestra una cultura congelada que no ha tenido cambios ni genera cambios mayores, tan sólo los que se sugieren por parte del grupo que encabeza la propuesta, parecería ser que el intento de salvar a esta comunidad se inserta en el discurso del desarrollo, donde el espectáculo es parte de las metas del desarrollo, una propuesta que apela a la superficialidad si no es trabajada a otros niveles. No hay progreso sin lo que se ofrece, una estrategia de mercado, una idea de desarrollo lineal y vinculada a la posesión de algo, ya sea material o en este caso simbólico al acceder al arte y la cultura, ese parecería ser el rol de la gestión cultural, tal como nos la presentan en este proyecto.

El proyecto carece de una perspectiva clara de lo que está haciendo con la gente del Sur, su espectáculo lo mismo puede ofrecer un performance, que una exposición de pintura o un grupo musical que se sume para hacerlo más atractivo, se piensa más en el espectáculo que en las implicaciones de una intervención cultural –y especialmente urbana– en un sector que tiene su propias lógicas y que no han sido tomadas en cuenta.

Hay una particularidad en este proyecto, su visión de cultura, es lamentable que a pesar de no ser la primera edición no hayan revisado sus contenidos ni se hayan preocupado de enriquecer la propuesta cultural, la labor mesiánica parece ser más importante, la idea de “llevar la cultura al sur” suena a eso, a mesianismo, preocupa la poca claridad en la idea de cultura. Además, la reproducción de una visión errónea de cultura se enmarca dentro de la creencia de que la cultura es un conjunto de expresiones artísticas, como si la cultura se remitiera simplemente a estas expresiones visibles cuando es mucho más que eso, es una creación humana de símbolos y representaciones, una mezcla de universos sagrados y profanos.

También, se ha manejado un discurso de periferia respecto al sur, a la par de una idea romántica del arte en la que los artistas son incomprendidos y excluidos, estos puntos de referencia no hacen sino daño, no sólo se han encargado de crear estereotipos de las personas del Sur, sino que también han promocionado el de los artistas como entes más allá de la sociedad. En realidad nada nuevo bajo el sol, ya antes habíamos visto esa elitización del arte, donde se crea monstruos sagrados, seres capaces de opinar de todo y capaces de ir más allá de todo en virtud de su condición de artistas, una especie de grandes shamanes con la capacidad de direccionar la vida de otros.


Antes de concluir
¿Tiene sentido un proyecto que descuide al público en su afán de presentar arte y espectáculo?
¿Qué alcances tiene la producción de imaginarios que suscitan?
¿Qué tipo de arte están promoviendo?
De Certau nos dice algo importante cuando menciona al enigma del espectador- esfinge, que nos conduce a pensar en la lógica del consumo que está presente en nuestro medio. En este contexto, un proyecto así tiene ciertas particularidades, cuando le hace el juego al consumo al utilizar al Centro Comercial el Recreo como escenario de sus propuestas, y es que el límite de sus ideas no es visible cuando por un lado critican la idea de “periferia” y por otro le hacen un gran favor a este “centro” de consumo. La idea de libertad se desvanece cuando no hay una crítica de estas catedrales del consumo y se las convierte en parte del espectáculo ofertado, un atractivo más para los consumidores que circulan de manera errática en su interior. El arte pasa a ser un objeto de exhibición, la idea de espacios alternativos se diluye en la apatía de consumidores que alimentan al capitalismo, se fortalece el imaginario de un arte destinado a ser sólo de consumo visual, light, se cuelga la cultura en un Centro Comercial, interesante manera de liberar a la periferia.


El trabajar con grupos humanos apunta a tener una responsabilidad no sólo con los sujetos de esta intervención, sino con los discursos que se manejan. Esta responsabilidad es la que no se advierte en un proyecto como éste que se remite a estetizar la realidad con discursos trasnochados, que son construidos con pobres argumentos a la hora de defender su posición en cuanto a lo social, lucha que se diluye en la colaboración con el consumo, con la facilitación de compradores en el Centro Comercial.

Lo popular es una categoría que es abusada constantemente, y se trata de crear un imaginario donde lo popular ha sido desplazado por diversas personas, instituciones y movimientos políticos, llegando a ser sinónimo de algo desechado, algo inferior, y que al parecer no forma parte de la cultura oficial, o viene a ser solamente una estrategia para aparecer en el circuito artístico. Por ello, no es raro que muchos asuman la idea de lo popular para sus obras de arte, y que denuncien la pobreza mientras departen elegantes sitios con gente de la “alta cultura”, lo popular sirve solo para catapultar a los artistas.

Se puede colegir que no hay una intención de buscar un espacio alternativo para el arte ni mucho menos dar al público un arte que pueda generar un acercamiento al trabajo artístico de artistas noveles, se repiten los arquetipos del arte incompresible, fallan en su intento de desacralizar el arte al utilizar este espacio como propicio para el arte.

¿Dónde se miden los resultados de este proyecto? No creo que en los barrios intervenidos ni con las personas que habitan estos barrios, por el contrario, es en la Universidad Andina, aquella a la que no pueden acceder los “pobres del Sur”, es en ese sitio donde el proyecto se celebra, por que pasado el festival, no queda nadie, sino sólo la fama de los artistas.

Que tipo de arte promueven, me preguntaba cuando comencé a escribir esto, pero eso no me compete responder, escribo como alguien que habita en el Sur, como un artista que no comparte esas maneras de producción y que mantiene una posición distinta a este tipo de hechos. Cuando mucho se ha criticado el uso de las imágenes del indigenismo en el arte del siglo XX, asistimos a una cosificación del ser urbano, sus referentes simbólicos se reducen a una dimensión sígnica, una usurpación simbólica, que pretende aprovechar la producción de símbolos de un grupo humano para establecerse como referentes de su obra, sustrayéndole ese capital simbólico que es importante para su existencia, estableciendo una suerte de exotismo en los referentes que toman para la elaboración de sus obras de arte.


Epílogo
"La totalidad del mundo del arte ha alcanzado un nivel tan bajo, ha sido comercializado hasta un grado tal, que el arte y todo lo que tenga que ver con él se ha convertido en una de las actividades más triviales de nuestro tiempo. El arte en estos tiempos se ha hundido hasta uno de sus más bajos niveles en la historia, seguramente incluso inferior al de finales del XVIII, cuando ya no había gran arte, sino pura frivolidad. En el siglo XX el arte está jugando un papel de puro entretenimiento, como si viviéramos una época divertida, ignorando todas las guerras que experimentamos como parte de lo que somos."
Marcel Duchamp.

Es importante la promoción de espacios alternativos en el arte y la promoción de artistas plásticos en contextos locales, sin embargo habría que analizar más profundamente las nociones que entran en juego con estas propuestas. Por ejemplo, si al resaltar el carácter localista de un proyecto este no produce exclusión, o más aún, si es funcional al poder de partidos políticos que al perder representatividad nacional buscan fortalecerse en lo local, es aquí donde es preciso clarificar las propuestas, donde conviene establecer los parámetros de acción de un proyecto cultural, más aún si no se establecen los límites entre el trabajo social y el artístico.

De la misma manera hay que resaltar que estos proyectos se desarrollan sobre una lógica que tampoco se muestra transparente ¿se produce un espectáculo o se crea conciencia de identidad de periferia a favor de intereses propios? es decir, con una participación de la colectividad poca o casi nula.

El compromiso como gestores es algo que queda flotando debido a la falta de claridad en el discurso, se habla de colectividad y ésta sólo funciona mientras dura el proyecto, el resto del tiempo son entes anónimos, incapaces de figurar en la planificación de un proyecto que debería interesarles más a ellos como habitantes del Sur. Parecería ser que se trata tan sólo de un espectáculo, en el que los habitantes fungen de utileros para los grandes artistas, les prestan las istrías, pero jamás se llevarán los créditos que merecen.

Tampoco queda claro el intento de ironizar las imágenes de gente del mercado, por el contrario, se recalca la fisonomía de quien habita en el Sur según la óptica de quienes elaboran la imagen y el discurso de este proyecto. Se subrayan imaginarios estereotipados, pesa más la idea del mercadeo del festival que la realidad, a la que hay que adecuarla para hacerla consumible, convertirla en desgarradora para que nos mueva la pena y tengamos que ver caritativamente a la pobreza en su contexto de vida, casi como en el zoológico, “venga y vea a los habitantes del Sur, incluso hasta poseen una estética propia, aunque viven en el Sur”.

Estas cosas suceden todavía en el siglo XXI, nuevas formas de colonización, artistas favoreciendo inserción de personas en lógicas de poder, y ceguera sobre la realidad circundante por estar obnubilados por la luz de la fama, por querer ser parte de un jet-set artístico, de un Hollywood criollo, vender el alma por 15 minutos de fama, aún ocurre.

Gracias Saramago por tu ensayo sobre la ceguera.

BIBLIOGRAFÍA
-BREA, José Luís, Por un arte no banal, manifiesto
-DE CERTAU, Michel, La invención de lo cotidiano, Universidad Iberoamericana,
-GUERRERO, Patricio, Usurpación simbólica y poder, Ediciones Abya Yala, Quito, 2004
-ROSALDO, Renato, Cultura y verdad, La reconstrucción del análisis social, Ediciones Abya Yala, 2000
-GARCIA CANCLINI, Néstor, Consumidores y ciudadanos, Conflictos multiculturales de la globalización,
-GARCIA CANCLINI, Néstor, Culturas Híbridas y poderes oblicuos, comp.
-SARAMAGO, José, Ensayo sobre la ceguera, Editorial Sol 90, Buenos Aires, Argentina, 1995

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lunes, 22 de octubre de 2007

apología del artista conceptual

una mirada irónica del trabajo de algún artista conceptual
por algún artista conceptual



Duro es el camino del artista como es duro el camino de cualquiera. Ahora, que la ultra-modernidad me ha llegado e iluminado en forma de concepto, trataré de llevarla hasta las últimas consecuencias.

Desde hace tiempo me he venido preguntando por la verdadera misión del arte en la sociedad, la posición políticamente correcta del artista y el valor de la ética en su proceso creativo, pero he llegado a concluir que estos aspectos no son importantes en una verdadera obra de arte. Parafraseando a Picasso: no busco ni encuentro... re-busco, re-invento y re-ciclo.

La idea, o como la llaman algunos especialistas: sustento teórico, guía conceptual, cable a tierra de la obra o inútil verborrea intelectual; llega desde lo cotidiano, se moldea en la materia, y se descifra en su propia justificación escrita, que en definitiva viene a ser el testamento de un objeto dirigido a un público entendido y selecto, capaz de descifrar tan insolente acercamiento a lo divino.

Aunque algunas voces se hayan levantado en contra del testimonio del artista sobre su propia obra, me atreveré -dejando la arrogancia a un lado y modestia aparte- a describir el proceso artístico de mis obras.

Pues bien, combato constantemente con la cromática, busco el monocromo o el color propio de cada material. No hay nada más hermoso que el blanco hueso de una cocina o nevera vieja, el rojo purulento de la sangre de algún animal, el dorado o plateado de los metales, da igual, total, nunca fui bueno con los colores.

El uso de materiales alternativos es una buena solución cuando uno sufre de sequía creativa. Es increíble cómo pueden coexistir en un mismo tacho de basura tantos objetos con “verdadero valor artístico”, desde viejos y olvidados muñequitos de las Guerras de las Galaxias hasta latas, fierros oxidados y monedas; y dando un paso más allá y siendo un poco atrevido -aunque confieso que en ese sentido soy un tanto conservador- preservativos, nuevos o usados, aunque siempre es preferible que sean nuevos si se piensa inflarlos. Total, el trabajo del artista es encontrarle un nuevo sentido al material, una nueva significación que NUNCA antes se nos haya ocurrido, como por ejemplo usar GLOBOS inflados para despertar en el público la idea de GLOBALIZACION; materiales de fácil descomposición pueden sugerir el reencuentro del artista con el ecosistema, aunque sirven de igual forma hojitas secas en frascos o pegadas en papeles. El artista dentro de una caja, amarrado o envuelto en plástico o papel, nos refiere el encarcelamiento, la soledad y el pánico provocado por las grandes ciudades, o su variante en forma de cuarto oscuro gigante apelando a la claustrofobia del espectador, y sinceramente tengo que reconocer no haber visto NUNCA algo así; en fin, así la lista de fórmulas podría ser tan grande como inmensa es la imaginación del artista.

Si piensan que el uso de materiales prefabricados es una limitante a la hora de determinar una eficaz labor composicional, se equivocan, siempre existe la posibilidad de crear una atmósfera diferente para la obra. Utilizar lámparas de neón, luces con foto-sensores que se encienden o apagan automáticamente, o las viejas y conocidas lucecitas de navidad, pueden ser interesantes iniciativas que no solo darán a la obra una nueva composición espacial sino también mostrarán los vastos conocimientos tecnológicos del artista. Pero si de tecnología no sabemos nada, siempre tendremos las velas de cera o cirios, que nos permiten, en un doble juego del trabajo de significación, acercar nuestro concepto a la desacralización religiosa además de una tenue iluminación.

Dentro del aspecto composicional prefiero lo simple. Grandes círculos llenos de un solo material: cabellos, papeles, vidrios, piedras, tierra o palos; en el piso o en la pared, aunque personalmente recomiendo el suelo donde la extensión del trabajo no es ningún problema. Siempre es mejor la monumentalidad de la obra, así el concepto dará la impresión de mayor profundidad.

En estos tiempos de violencia, cuando en el mundo se ha perdido el respeto por la vida y lo que es peor se ha perdido también el respeto a la muerte, el artista no puede permanecer impávido e inmóvil, debe levantar su voz contra el cruel e inútil derramamiento de sangre. Para este fin, recomiendo incluir objetos que contengan sangre humana, en lo posible del propio artista, sus familiares o su mascota, o en su reemplazo: la colada morada, que puede causar el mismo efecto. Son válidos también los animales disecados o mutilados (si apestan es mejor: apelar a la estética de los sentidos dará mayor realce y “contemporaneidad” a las obras) o para respetar el ecosistema y conforme a las políticas de protección de la capa de ozono se pueden utilizar peluches o animales de juguete, de esos que se les da cuerda o funcionan con baterías. Es increíble todo lo que estos bichos pueden hacer, saltan, gritan, golpean platillos y hasta fornican!!!

También, es importante estar a la par de los nuevos inventos de la tecnología aunque estos ya tengan varias décadas de antigüedad, este es el caso del famoso y versátil Adobe Photoshop, software bandera de la posmodernidad, con el cual aquel artista que no pudo ganar la batalla con el grafito, el carboncillo o la plumilla puede utilizar una amplia gama de herramientas para crear y manipular imágenes como filtros y efectos estrambóticos que en un par de minutos nos hacen olvidar los años o meses del duro aprendizaje de la técnica del dibujo y el óleo. Nunca más alucinaciones causadas por los vapores del aguarrás o la trementina, ni pantalones manchados y mucho menos manos estropeadas. Esta nueva forma de arte resulta bastante práctica, únicamente basta un computador, un par de horas, imágenes digitales, filtros y efectos, impresión láser digital y finalmente obtenemos una obra de arte capaz de competir en cualquier salón, bienal o concurso, nacional o internacional... ¡bendita sea la informática!

Pero la técnica no es lo más importante, no debemos dejar de lado el concepto, una imagen digital por sí sola no vale nada sin un adecuado manejo argumental. Es imprescindible utilizar la imagen del artista como parte de la obra, aunque los más sesudos argumentos en contra digan que es la “marginación del otro desde la megalomanía” ¡Cosa más absurda! el uso de la imagen del propio artista nace de la necesidad de incluirse dentro del imaginario de la colectividad, el hecho de que el público pueda verse representado en la imagen del artista es innegable, y por ende injusto el que pase desapercibida la auto-inmolación del artista en una suerte de sacrificio simbólico. Aunque debo reconocer que megalomanía y egolatría suenan bien para un próximo sustento teórico.

Así, el retrato del artista como fotografía digital dentro de una obra se consolida ya como un género autónomo, desmitifica la imagen de los grandes artistas y nos obliga a repensar la idea de lo divino. Y en un arrebato transgresor e irreverente volcarnos, con saña, sobre lo único sagrado que queda: la religión. Por tanto, imágenes de santos, de vírgenes, crucifijos, jususitos en todo tipo de posiciones y posturas, estatuillas o estampitas domingueras, todo sirve cuando de desmitificar se trata. Lamentablemente detrás de estas rabietas espirituales se esconde un grave peligro que atenta contra el elemental derecho de la libertad de expresión: la poca tolerancia de grupos religiosos conservadores, quienes no dudarán en presionar a las autoridades civiles pertienentes para cerrar la muestra o la exposición de este tipo de arte irreverente.

Pero si en este proceso de consolidación de materiales alternativos con profundas ideas, no se llega a concretar una obra de verdadera valía, es mi deber aconsejar el refugio de la imaginación en las enciclopedias de Historia del Arte. El detalle de un cuadro famoso puede servir, una frase de dos o tres palabras que lo cruce -personalmente siempre cito a Gilles Deleuze- y un bonito marco es suficiente para, bien justificada la causa, ser merecedor de una mención en algún salón.

El sustento teórico es la base de aceptación en cualquier certamen o concurso, mientras más largo y complicado mejor, no sólo demuestra nuestras habilidades a la hora de escribir sino también indica el grado de preparación que tenemos para, por si fuera necesario, ocupar un puestito en la burocracia cultural de las instituciones del Estado. Entre los tips para la creación de un buen sustento teórico están las citas de intelectuales de moda como Barthes, Foucault o Baudrillard; pero NUNCA, jamás mencionar a un tal Marx o alguno de sus acólitos porque inmediatamente la obra será rechazada y sentenciada a la hoguera del repudio, acusada de panfletaria, demasiado política o anacrónica. Mucho cuidado también con el montaje, el sustento teórico debe ir junto a la obra sólo y únicamente si no es lo suficientemente clara su conexión; aunque en este punto debo reconocer, con cierto morbo, que me gusta la cara de asombro y desconcierto del espectador cuando no sabe qué significa una obra o no sabe que botón oprimir en las presentaciones interactivas multimedia. Si por el contrario, el concepto es obvio, el sustento teórico sirve solamente para impresionar al curador de la muestra.

En conclusión, me siento afortunado de pertenecer al reducido y exclusivo círculo de la contemporaneidad artística de la ciudad, sobre todo porque hace apenas unos pocos meses que dejé la facultad de administración para dedicarme al arte, y de pintura, dibujo o historia del arte no sé nada... como dije al principio, es muy duro el camino del artista.

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